miércoles, 29 de octubre de 2008

Una médica alemana logra el premio Right Livelihood Award por mejorar la vida de las mujeres de Bosnia



La heroína Monika Hauser (derecha), durante una estancia en África. Foto: FOTO CEDIDA POR MONIKA HAUSER


Monika Hauser atiende a las víctimas de violaciones de la guerra.
PAOLA ÁLVAREZ
BERLÍN

No es mujer que acepte cualquier premio. En 1996 rechazó la Cruz Federal del Mérito de Alemania porque el Gobierno había amenazado con deportar a miles de refugiados bosnios. Pero el premio de la Fundación Right Livelihood Award, conocido como el nobel alternativo, es un honor para Monika Hauser. "Reconoce el trabajo de los movimientos alternativos que traen algún cambio al mundo y mi objetivo desde hace muchos años es cambiar la situación de las mujeres", afirma.
De padres italianos, nacida en Suiza y residente en Alemania desde hace 25 años, esta ginecóloga de 49 años que de niña escuchaba, de boca de su abuela, las terribles historias de violaciones y abusos en la segunda guerra mundial fue despertando su conciencia a través de su trabajo. "Enseguida supe que no podía trabajar como un médico sin más. Como mujer fui desarrollando una solidaridad con mujeres que habían sufrido abusos", explica Hauser.

En plena guerra
Fue esa solidaridad y empatía --"que no compasión", aclara-- las que la llevaron a fundar una oenegé a finales de 1992 y marcharse a Bosnia para abrir un centro de ayuda a mujeres que hubieran sufrido abusos. No había excesivos médicos y rechazó una golosa subvención de Cáritas, porque la organización católica rechaza el aborto incluso en casos de violación. "El año 1993, en plena guerra en Bosnia, fue el más intenso y duro de mi vida. Aún tengo recuerdos muy vivos de aquella época. Me parece que todo pasó hace muy poco tiempo y no hace 15 años. Pero también fue un tiempo muy intenso porque unidas, las mujeres bosnias y yo, pudimos poner nuestro coraje y nuestro trabajo por delante de aquella absurda guerra, y logramos cosas estupendas".
El centro Medica Zenica, situado en la localidad del mismo nombre, llegó a estar a 15 kilómetros del frente croata. Monika y el resto de trabajadoras cruzaron varias veces esa línea sin ninguna protección, para traer a mujeres retenidas en el otro lado. A pesar del peligro, Hauser asegura que nunca tuvo miedo: "Simplemente funcioné bien y sabía en todo momento que estaba haciendo lo que quería y lo que debía. El miedo lo enterré en alguna parte. Luego apareció, un par de años después, cuando empecé a sentirme agotada".
Fue a finales de 1995. Después de que Medica Zenica se independizara y Medica Mondiale alcanzara la dimensión internacional que tiene hoy. La crisis personal, llevó a Monika Mauser a refugiarse durante más de un año en casa. Un tiempo en el que apenas se relacionó con su marido, del que se enamoró mientras ella trabajaba en Bosnia y él coordinaba la oenegé en Colonia. Allí nació su primer hijo.
Desde su vuelta al frente de la organización, Hauser ha tomado las riendas de la dirección política y pública de la organización, aunque sigue visitando todos los proyectos que lleva a cabo. "Como mínimo una vez, al año para cada programa. Necesito tener ese contacto con la realidad de lo que está pasando, escuchar a las mujeres a las que intentamos ayudar", asegura.

Luchadora incansable
Monika se centra ahora en el segundo gran objetivo de la organización: la concienciación y la lucha por los derechos humanos. "Además de nuestros proyectos en Afganistán o Liberia, queremos lograr cosas que sirvan de ayuda en general a las mujeres de todo el mundo". De entre todos los objetivos que es capaz de enumerar en un minuto, apenas duda cuando le pido que escoja uno: "Que los soldados de las fuerzas de paz internacionales y algunas organizaciones se dieran cuenta de que muchas veces su propia gente viola los derechos humanos de las mujeres en los lugares adonde van; y que se van con menores de edad que a menudo son explotadas por alguien. Debería haber cursos de sensibilización e investigaciones concretas sobre lo que pasa en ciertos lugares".
De las miles de experiencias acumuladas, Monika Hauser se queda con una: "En abril celebramos en Zenica el 15° aniversario del primer centro y me reencontré con una mujer a la que conocí en 1993. Entonces tenía 27 años, tres hijos y había sufrido una violencia tan extrema que solo quería morir. Ahora es una mujer fuerte y maravillosa, y ha abierto su propio centro de ayuda a mujeres en su pueblo. Ese es el mejor premio".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno este también. Interesante, lúdico, ameno, pasional. Seguiré viniendo.